Las fórmulas galénicas son las distintas formas en las que podemos tomar un fármaco. Se trata de un sector en auge, y dentro de la farmacología se requieren profesionales especializados en distintas áreas, Por ello, conocer todos los aspectos que rodean este campo es fundamental, incluidas las fórmulas galénicas.
¿Todavía no tienes claro qué son las fórmulas galénicas? En los siguientes apartados de este artículo conoceremos los aspectos más llamativos con los que vamos a comprender el concepto.
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Índice de contenidos
¿Qué son las fórmulas galénicas?
Tal y como hemos comentado las fórmulas galénicas comprenden las diferentes maneras en las que puedes tomar un medicamento. Esto puede ser tanto en soluciones líquidas, polvo en sobres o pastillas, las cuales son las más habituales.
Los trabajadores en este sector consiguen estos diferentes acabados al combinar correctamente los principios activos y los excipientes que se encuentran presentes en cada medicamento.
¿Cuál es la mejor fórmula galénica?
Debemos tener presente que según la forma en la que tomamos los principios activos de un medicamento, conseguiremos un resultado u otro. Así pues, la forma en la que se adquiere un medicamento está basada en la capacidad del principio activo.
Es decir, se toma de una manera u otra dependiendo de si se logra un efecto rápido y eficaz o un efecto lento y continuado. Y es que, su importancia recae en que establece la eficacia del medicamento según sea la forma empleada.
De hecho, hay productos que se componen del mismo principio activo, pero están presentados en formas galénicas diferentes. Esto es porque se requiere una forma u otra según se adapte mejor a las características del tratamiento y la patología.
Tipos de formas galénicas
Actualmente, podemos encontrar cuatro clases de formas galénicas: sólidas, semisólidas, líquidas y gaseosas. Las desarrollaremos mejor en los siguientes puntos:
Formas sólidas
Sus principios activos y excipientes se disponen en forma sólida. Las más destacadas son los comprimidos, las cápsulas, supositorios, tabletas, píldoras, granulados, etc. Además, también están en esta clasificación los polvos (pudiendo estar encapsulados).
Formas semisólidas
En cuanto a las formas semisólidas, suelen prepararse para un uso externo y destacan por la capacidad de disolverse en agua. Por ejemplo, las pomadas, jaleas, cremas, pastas o emplastos.
Formas líquidas
En el caso de la forma líquida, puede aplicarse por vía oral, tópica, parenteral, rectal, inhalatoria, ocular o rectal. Los más destacados son los jarabes (los más fáciles de tomar cuando somos pequeños), las inyecciones, lociones, colirios, etc.
Formas gaseosas
A diferencia de los anteriores, estos consisten en principios activos que se emplean en estado gaseoso, por lo que debe ser inhalado. Podemos encontrar dos grandes ejemplos que todos conocemos por su popularidad: los anestésicos y el oxígeno. Por otra parte, no podemos olvidar los aerosoles.
Finalmente, cada una de estas formas están diseñadas para adaptarse a las preferencias del paciente. Igualmente, los profesionales sanitarios evalúan las características de las fórmulas galénicas y las emplean dependiendo de las condiciones y las situaciones para las que se requieran.