A través de la farmacoeconomía, se puede valorar el coste y la efectividad de los medicamentos que se distribuyen en el mercado. Veamos en qué consiste y por qué es tan importante estudiarla. ¿Quieres un conocimiento experto en economía de la salud? Conviértete en un experto en farmacoeconomía con nosotros.
Índice de contenidos
¿Qué es la farmaeconomía y cómo se aplica?
La farmacoeconomía es la disciplina de la economía de la salud que analiza la eficacia de los medicamentos para ser suministrados a los pacientes. Asimismo, como el hecho de que un medicamento sea eficiente no implica que sea barato, la farmacoeconomía busca equilibrar los gastos producidos con los beneficios potenciales. Y para valorar esta ratio de efectividad, se basa en los siguientes parámetros:
Relación coste-beneficio
El objeto del estudio es encontrar la alternativa que presente un mayor beneficio neto.
Relación coste-efectividad
Es, probablemente, el criterio más utilizado en el sector de la salud. El estudio mide variables físicas (como las vidas salvadas o los casos analizados) con el coste monetario.
Relación coste-utilidad
Compara los años de vida con la calidad de los fármacos, basándose en las preferencias de los pacientes.
Minimización de costes
En este análisis, se estudian los costes de diferentes propuestas con idénticos resultados clínicos. Se elige la que represente un menor coste.
Relación coste-enfermedad
Sirve para cuantificar la totalidad de costes atribuidos a una patología en un período determinado. El resultado permitirá identificar el consumo de recursos que conlleva el tratamiento y el seguimiento de la enfermedad.
La eficiencia en el uso de los medicamentos
Para demostrar si un medicamento es útil para una determinada enfermedad, se utilizan dos grupos de consumidores:
- En el grupo A, se tratará a los pacientes con el fármaco nuevo.
- En el grupo B se empleará un placebo u otro fármaco con efectos conocidos.
Es indispensable que los miembros asignados a cada uno de los grupos tengan unas características muy similares. Es decir, no puede compararse un colectivo de personas de 20 años con otro de 70. O uno de pacientes que han contraído recientemente la enfermedad con otro que la lleva padeciendo desde hace tiempo. También es esencial mantener en todo momento la objetividad en las investigaciones, para evitar que puedan cometer errores de imparcialidad en las conclusiones. Por eso, ni antes ni durante el análisis, se puede probar realmente si un paciente pertenece al grupo A o B.
Estudiar farmacoeconomía en Escuela de Farmacia Pasteur
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